Después de un par de meses sin hacer ninguna entrada, vuelvo al blog con esta entrada que no se como describirla, si graciosa, curiosa,…
Hace un par de años que vivo con mi pareja. Empezamos a vivir alquilados en un piso demasiado grande para los dos, 130 m2, pero era lo que había y las prisas nos hicieron alquilar tal mansión. Como ambos trabajamos todo el día, contratamos a una chica para que nos ayudara en las tareas de la casa, una colombiana estupenda, majísima, encantadora. Era graciosa porque cada vez que se iba de casa nos dejaba en un post-it notitas muy cariñosas tales como: Un beso para juntos, que estén bien,….
A los meses decidimos comprar una casa y dejar el piso por lo que esta chica ya no podía venir a casa, pues compramos un pisito en un pueblo a 35 kms de la ciudad.
Al mudarnos al pisito super acogedor, buscamos a otra señora para que viniera a ayudarnos. Esta vez nos dejamos aconsejar por el anterior propietario de la vivienda. El primer día de trabajo, cuando nos presentaron y le enseñamos la casa, me preguntó que donde tenía la cafetera porque ella solía hacerse un café. La verdad es que me sorprendió, pues pienso que lo normal es que yo se lo hubiera ofrecido, o le hubiera dicho, siéntase usted como en su casa,…
Bueno, el caso es que cuando regresábamos del trabajo el día que ella había venido, encontrábamos notitas diciendo que no le había dado tiempo a planchar todo ni a limpiar todo, que otro día haría más, no olía a limpio, a productos de limpieza,… no se, era como si nadir hubiera estado en casa, a no ser por las dos camisas que había planchado.
A pesar del descontento, le dimos un voto de confianza y siguió en sus 13. Almorzaba en casa, se hacía el café, veía la TV,… pues en alguna ocasión la vimos pero el colmo fue un día que nos dijo que su hija y su nieta recién nacida también venían a casa y que su hija le daba de mamar al bebé allí, así ella le ayudaba, bla bla bla
La historia de esta señora finaliza cuando un día llegamos a casa después de un viaje de 5 días y olía fatal, a cloaca,… y nos dimos cuenta que se dejaba el cubo de fregar la casa y la terraza lleno de agua sucia. Menudo mosqueo….
Lo más fuerte de todo es que al día siguiente tenía que venir a casa y nosotros acabábamos de comprarnos una Nespresso y llamó a mi novio al trabajo para preguntarle que como funcionaba la nueva cafetera, que ella quería a partir de ahora beber ese café. Total, que ese día ni chico le dijo, cuando acabes en casa deja las llaves.
Total, que aquí no acaba la historia, contratamos a otra chica que el primer día de su trabajo en casa nos dejó una nota diciendo: “ Me he tomado dos cervezas”. Mi novio y yo nos quedamos a cuadros, y dijimos, “Joder no nos puede estar pasando esto…”
La verdad es que la tia se bebía de entre 3 a 4 cervezas cada vez que venía a a casa, pero lo fuerte es que a empezado a darle al alcohol duro y nos ha dejado las botellas temblando. Da igual marca, tipo de licor,…le pega a todo: ron, ginebra, martini, orujo,… tenemos las botellas a un dedo de nivel. Había una botella de Cuty sin empezar y pensábamos que no tendría narices a abrirla, pues SIIIIIIII le quedan dos deditos.
Nos preguntamos que ¿qué pasa, qué si estamos gafados, o si el destino es que seamos nosotros los que hagamos las tareas del hogar?
Pero estamos orgullosos de esta chica, que aunque bebe su hermana a competido en la olimpiadas y no todo el mundo puede decir que en su casa trabaja la hermana de una deportista olímpica.
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5 comentarios:
Jo, que fuerte! Yo la echaba a la calle pero ya! Todas las señoras de la limpieza que he conocido en mi trabajo eran unas cerdas, y con muy poca vergüenza. El problema está en los jefes que se lo consienten. Salu2!
Todo un mundo el de las señoras de la limpiezas. Nosotros hemos tenido suerte al final y, hoy en día, Nadia, una señora ucraniana, nos deja la casa todos los viernes como para salir en una revista.
Si la pudieramos convencer de que se quede con la heredera cuando mi santa vuelva a trabajar......
Jo, a mi la maravillosa priscila y su chico me están ayudando a conseguir los favores de la majísima chica de su primer piso. Hoy creo que tengo en casa a la fantastiquísima señora que me ha cedido graciosamente mi mama, de modo que mi piso volverá a ser un hogar y no un armario trastero.
Me recuerda a una que tenía mi prima en casa, tenía problemas auditivos y si me prima le decía que planchara las camisas, ella limpiaba las repisas, sí, muy diver, pero un coñazo.
JAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
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